Tras el Angliru y el Gamoniteiro, probablemente el Cuitu Negru sea la tercera ascensión más dura de Asturias. Tras visitarla el día que llegó allí la Vuelta a España, ahora tocaba ir a subirla, para afrontar después la subida a Cotobello, para un total de 147kms y 2800m de desnivel.
De nuevo la ruta fue con la compañía de Gilberto, en nuestras ya habituales xatadas veraniegas, jaja.


Salimos de Campomanes algo antes de las 9 de la mañana, y la temperatura ya es buena, al igual que lleva ocurriendo todo el mes.
Los primeros kms de valle sirven para calentar un poco antes de afrontar la subida a Pajares. La subida alterna zonas duras por encima del 10% con descansillos bastante largos, así que aun ritmo tranquilo, guardando fuerzas para el tramo final, los kms van pasando poco a poco y llegamos al descanso que hay a mitad de la subida.


Al llegar a Flor de Acebos ya vemos el Cuitu al fondo. Se ve realmente lejos, jaja.


La segunda parte de la ascensión a Pajares es la más dura, las rampas son más duras y los descansos son más cortos. Además está el añadido del tráfico, ya había subido Pajares tres veces, pero ninguna vez tuve que sufrir tanto tráfico como este sábado, se nota mucho la crisis y que la gente no quiere pagar el peaje del Huerna. 
Es una pena, porque Pajares es un puerto muy bonito, pero así se hace muy incómodo y sobretodo muy peligroso para subir. Así que no hago ninguna foto hasta la cumbre, donde ya si podemos disfrutar de las Ubiñas con calma.



Nos desviamos hacia Brañillín, poco más de un km con alguna rampa al 10%, pero que se pasa sin mayor problema. Las vistas que hay de las Ubiñas son preciosas.



Ya llegamos a la estación de Valgrande, y soy un manojo de nervios ante las rampas que se ven delante. ¿Tendremos fuerzas? tendremos... mentalidad?... jajaja.
La subida empieza fuerte, rampas del 15%, pero al poco ya nos encontramos con la primera rampa brutal, al 24%. Soprendentemente la paso "bien", o todo lo bien que se puede pasar una rampa así, y gano mucha confianza para lo que queda de subida. Intento ir muy despacio para no atufarme demasiado, así que el cuenta oscila entre los 5-6kms/h.
La subida alterna rampas bestiales por encima del 20% con zonas más "cómodas" al 10% que dan algo de vidilla.



Ganamos altura a una velocidad bestial, y aunque la cima aun se ve muy arriba, ya se ve más cerca.


Tras pasar una zona más sostenida y un descansillo de unos 200m, hay que afrontar la rampa final, que tiene 100m en los que hay que apretar de verdad para pasarlos. En la foto hay de todo menos postureo, jajaja.


La linea de meta de la última Vuelta marca el final de la subida.


Ahora toca disfrutar de las vistas y de la conquista de la carretera más alta de Asturias.



La subida al Cuitu Negru es una ascensión que si se vive en Asturias hay que hacer al menos una vez, pero con el aumento del tráfico de Pajares no es de las más recomendables. Si viene alguien de fuera le recomendaría otras 10 o 15 subidas antes que esta.
Otro tema es el estado de la carretera. Se asfaltó para la llegada de la Vuelta y la carretera ya está hecha un desastre, muy sucia y con varias zonas arrolladas, todavía se sube y baja bien, pero si no se cuida en 2 o 3 inviernos la carretera desaparecerá y el dinero invertido en el asfaltado se habrá ido a la basura.

Tras bajar con mucho cuidado el Cuitu, ya que tiene zonas en las que la pendiente es brutal y bajando la bici corre mucho solo con soltar el freno, nos dirigimos hacia Ujo, donde nos desviaremos hacia el valle de Aller, donde está el segundo objetivo del día. 
Al llegar a Corigos, nos desviamos hacia Cotobello, 10kms al 8% de media, con la pendiente muy constante entre el 7-9%.
La subida consta de grandes rectas entre arboles, sin vistas del valle, solo rectas y más rectas. El calor aprieta de lo lindo, es ya la una y media del mediodía, y la sudada es de impresión.


Las sensaciones durante los primeros kms no son malas, pero a falta de unos 3kms para la cima, el cansancio, el hambre y la deshidratación me empiezan a hacer mella y mi ritmo empieza a bajar alarmantemente. El último km, a más del 9% de media, se me hace eterno, pero con mucho sufrimiento llego al cartel de chigre que marca el final de la ascensión.


La subida se me hizo dura de verdad, mis piernas acusaron el esfuerzo del Cuitu, así que hacemos la foto de rigor en la cima, y para abajo en busca del reparador bocadillo.


Bajamos a Moreda, donde paramos a comer, y aprovechamos para ver la etapa del Tour y echar unas risas viendo a Purito lograr una plaza en el podium del Tour.
Una vez acabada la etapa, volvemos hacia Campomanes, donde teníamos pensado subir la Cubilla, pero las fuerzas ya escasean, (bueno, las mías, que Gilberto juega en otra liga), la niebla se ha metido en la montaña y además ya no nos daría tiempo a llegar arriba de día. Pero aún así decidimos seguir un rato hacia arriba hasta donde lleguemos...
Y no llegamos muy lejos, ya que el terreno de falso llano y repechos que hay desde Campomanes hasta el inicio de la Cubilla se me hace un infierno, no me quedaba un gramo de fuerzas, así que decidimos dar la vuelta, y con una subida pendiente a la Cubilla.
Pero pese a haber fallado en la última subida, la ruta ha sido tremenda, así que hay que celebrarla con unas cañas en Pola.


Como siempre un placer compartir pedaladas con Gilberto, la próxima va a ser muy grande...
El pasado sábado, en compañía de Gilberto, hice una de las rutas a las que más ganas le tenía, el clásico enlazado de Tarna y Las Señales con San Isidro, pero saliendo desde casa. 194 kms y 3000m de desnivel, con niebla, bochorno, sol, truenos, lluvia, viento huracanado, avituallamientos de primera y entrenamiento tras moto, todo ello en el mismo día, una jornada épica que a continuación me dispongo a relatar.

Salgo de casa temprano, aunque con el retraso ya habitual, rumbo al Berrón, donde me reunire con Berti, y ya al principio de la ruta hay algún pique con los PROs que abundan por esa carretera, cuya estupidez llega a niveles enfermizos.
Tras juntarme con Gilberto, nos dirigimos hacia la Gargantada, que subimos entre la niebla sin mayor dificultad, y descendemos hacia el valle del Nalón, que deberemos de remontar hasta su nacimiento en la Fuente La Nalona.
En los primeros kilómetros del valle, la niebla nos acompaña mientras rodamos al lado de los múltiples pozos mineros que jalonan la cuenca del Nalón, alguno de ellos ya es mítico para la grupeta... jaja


Los primeros kms del valle, cruzando la ciudad lineal, se hacen bastante pestosos por culpa del tráfico y los semáforos, pero a partir de Laviana, la carretera pasa a ser casi exclusivamente nuestra y la pendiente aumenta un poco, siendo ya casi siempre falso llano, con algún repecho intercalado, como el de la presa de Tanes, con un km a más del 10% de media.


Tras pasar Campo de Caso, la carretera se estrecha y los repechos cada vez son más duros y más abundantes. El terreno es pestoso, pero las sensaciones son buenas y el ritmo también.
Poco antes de comenzar Tarna, llega la sorpresa del día. Gilberto padre ha bajado desde Cofiñal con el quad y nos va a hacer de moto de asistencia/moto1. Nos trae agua fría y refrescos que se agradecen una barbaridad.


Y tras llevar ya toda la vida remontando el valle, por fin empezamos el puerto propiamente dicho, cuyo primer km es el más duro con rampas que llegan al 10%. Me encuentro bien, pero prefiero regular, y gilberto, que va como una moto, enseguida me deja atras.


En la primera parte del puerto, el calor aprieta y pese a no tener grandes pendientes, se hace duro.


Al llegar al pueblo de Tarna, ya vemos la cima, y las nubes que amenzaban tormenta, también nos esperaban arriba.


A partir del pueblo de Tarna, el puerto entra en una zona de revueltas muy bonitas, pero ya noto los kilómetros y el hambre, y pese a no ir apajarado, una sensación de debilidad me invade y ya voy con la luz roja encendida. Gilberto me espera, y las conversaciones hacen los kilómetros más amenos.







Llegamos al tunel, que marca la entrada a la fase final de la ascensión.



Y como ya me había dicho Gilberto, a la salida me soltó un hachazo de los que hacen época, y del cual hay vídeo, jajaja.  


Coronamos Tarna, con el ya clásico posado junto al cartel.


Y tomamos rumbo a Las Señales, tres kilómetros sin mucha dificultad, aunque al final se hicieron duros, por uno de los tramos más bellos por los que se pueda rodar.




Coronamos Las Señales, entre rayos y truenos, con el cielo de un color que no presagiaba nada bueno.


Bajamos hacia Cofiñal, con alguna gota durante la bajada, y fue guardar las bicis para comer y ponerse a caer una tormenta tremenda.
Pero eso no importaba, llegaba el mejor momento del día, la comida a la que me invitó la familia de Gilberto. No hay palabras de agradecimiento suficientes para describir su hospitalidad, así se hacen las rutas sin esfuerzo.
Tras recargar las pilas a tope nos dirigimos a San Isidro, subida a la que le tenía ganas ya que la anterior vez que pasé por allí, pené de mala manera.
Las sensaciones son muy buenas, pero como no hay nada sencillo en la vida, al llegar a la zona más dura de la subida, la ascensión hasta Isoba, el viento nos castiga con dureza y hay que apretar de verdad para conseguir coronar.


Tras superar la laguna, el aire nos entra de lado y se hace complicado hasta manetener el equilibrio, nos llueve por momentos y la temepratura es fresca, parece mentira con el calor que hizo en Tarna.


El viento amaina un poco, pero será solo algo temporal, hasta que lleguemos al siguiente repecho, donde como no, nos vuelve a castigar con dureza.




El viento para de nuevo, está vez ya será de forma definitiva, y ya vemos la estación al fondo, solo queda un pequeño esfuerzo y ya coronamos.






Nos despedimos de Gilberto padre, que nos ha acompañado de nuevo en está subida y bajamos hacia Asturias, con mucha calma, ya que aunque no llueve, la carretera está mojada y ya tiene bastantes baches.



Repostamos agua en Cuevas y allí llega el momento locura del día, nos unimos a otro cicloturista y vamos a más de 50kms/h durante unos kms. Los profesionales entrenan tras moto, yo entreno tras Gilberto, jajaja.
Y entre la velocidad y que el terreno es favorable, llegamos a Mieres en un momento, donde aforntaremos la subida a san Tirso, muy sencilla, pero con 170kms en las piernas se hace dura.
Tras coronar bajamos a Riaño, donde nos separamos, y ya me dirijo a Tudela para subir hasta San Esteban. Ya sólo, la subida se me hace larga, pero la ruta ya estaba hecha, 194kms en 9 horas.


Agradecer a Gilberto la compañía y que aguantase mi ritmo patatero, y agradecer también todas las molestias a la familia de Gilberto.